Este es un
texto que han enviado Andrea y David para nuestro blog. Ellos son dos jóvenes
amigos periodistas que desde hace más de un año y medio recorren con su
“zaigua” los caminos del continente americano, desde donde iniciaron su ruta, México
hasta donde están ahora, Chile y Argentina. Estimulados por nuestro primer
artículo sobre discapacidades nos han enviado este, que esperamos que sirva de
inicio para futuras colaboraciones.
Con los ojos de Zaigua Trough the Americas
En nuestro
largo camino por Latinoamérica hemos podido observar las grandes dificultades
en cuanto a movilidad a las que se tienen que enfrentar muchas personas todos
los días. Estos desafíos están especialmente acentuados en comunidades
indígenas y/o rurales.
Es cierto
que estadísticamente las mayores concentraciones de gente siempre van a estar
en las grandes ciudades y por tanto, los recursos económicos van dirigidos a
estas poblaciones centrales. Sin embargo, en el ámbito rural también viven
muchas personas que día a día ven limitada su movilidad, especialmente los
ancianos. Gente, que debido a su salud necesita hacer largos y difíciles desplazamientos
hacia los hospitales y las barreras -arquitectónicas, sociales y de movilidad- comienzan
a aparecer desde que están en su propia casa.
En primer
lugar viven en espacios humildes, muchas veces construidas por ellos mismos,
con suelos irregulares y escaleras que dificultan sus desplazamientos. Después
tienen que transitar por caminos, normalmente con grandes bultos, sin asfaltar
y con lodo. Si consiguen un transporte, posiblemente sea un autobús antiguo que
en cualquier país desarrollado hace años habría dejado de circular, sin ningún
tipo de adaptaciones específicas para personas con dificultades de movilidad o
debido a la edad y a las situaciones tan duras
que han tenido que vivir.
Una vez que
están en la ciudad, aparte de las barreras antes mencionadas, estas personas se
tienen que enfrentar a un tráfico infernal que no los respeta y en muchas
ocasiones provoca accidentes mortales.
Basados en nuestra experiencia por Latinoamérica, a lo largo y ancho de los caminos que hemos recorrido, todavía falta mucha concientización social y política sobre este tema.
Teniendo en
cuenta que los recursos económicos en
primer lugar van dirigidos a solucionar otras dificultades sociales, se
necesita un gran aporte económico para que no solo cualquier persona
“capitalina” pueda moverse libremente sino también la gente que vive en el interior, en las áreas rurales que son
-contradictoriamente- generadoras de
bienes y productos dirigidos a las grandes aglomeraciones urbanas
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